Psicología De Los Grupos: Teorías Procesos Y Aplicaciones
José Carlos Sánchez García
«Los grupos han muerto, larga vida a los grupos». Así comienza Zimbardo el prólogo del libro de Oyster para poner de manifiesto cómo, por parte de algunos autores, se ha proclamado la defunción del estudio de los grupos. En el otro extremo nos encontramos con la mala prensa que rodea a los grupos: la exhibición de violencia de los seguidores radicales de un equipo de fútbol o de un partido político, suicidios colectivos y un largo etcétera. En definitiva, y en eso las editoriales de prensa son pioneras, se resaltan más los efectos indeseables de los grupos sobre el comportamiento de los individuos y muy poco se dice del logro de objetivos o metas que los grupos pueden proporcionar o al menos tienden a pasar inadvertidos o a no ser valorados en su justa medida.
Dentro de la psicología social, el cuadro no es muy diferente. Los manuales, libros de texto y las principales revistas científicas revelan que los procesos de grupo reciben poca atención comparados con los fenómenos asociados a las relaciones diádicas o interpersonales o a los procesos cognitivos del sujeto. Y cuando se trata, la tendencia es resaltar los aspectos negativos o socialmente no deseables (des individuación, prejuicio, pensamiento grupal...) más que los aspectos positivos (espíritu de equipo, cooperación intergrupal, productividad grupal...). Tal es la naturaleza antisocial que rodea a los grupos
que alguien sugirió, medio en broma, que «los humanos podrían estar mejor sin los grupos» (Buys, 1978)
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